Articulo De Vichayito y Mancora

El  Comercio 2004

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 La vida transcurre con calma en Máncora -pueblo de la provincia de Talara distante a 1.157 kilómetros de nuestra agobiante capital-, pero el movimiento se concentra en la playa. Si el principal objetivo de su viaje es descansar, una buena idea es alejarse del 'point' de Máncora -aquella zona que congrega a tablistas y está más cerca del pueblo- para tomar la antigua Panamericana que lleva a las playas Pocitas y Vichayito donde la oferta de hospedaje se presenta más interesante y hasta exquisita.

Los diez minutos de viaje desde el pueblo hasta esta zona de la playa debe hacerlos por una vía en muy malas condiciones, pero al final se dará cuenta que valió la pena el esfuerzo. Aquí podrá alojarse en una habitación o un bungalow con todas las comodidades, inclusive aire acondicionado.

Las pequeñas piscinas naturales que se forman entre las rocas de la orilla le dieron su nombre a la playa Pocitas, mientras que en Vichayito, ubicada más al sur, no encontrará peñas o rocas, pero sí la tranquilidad que rodea las bellas casas de playa y establecimientos turísticos.

En familia, con amigos, en pareja o en compañía de un buen libro, ambas playas nos regalan inolvidables paisajes de arena, palmeras, océano y ese sol imponente que no se va con el verano. Nos acompaña el cadencioso sonido de las olas, grandes y pequeñas, que va marcando el ritmo de nuestros días y noches mancoreñas.

Relajarse es la consigna, así que aquí usted puede pasarse el día entero tomando sol en la playa, bañándose en la piscina (la mayoría de hotel y hoteles cuenta con ella), leyendo bajo una sombrilla o realizando breves caminatas por la orilla. Si se anima, puede pasear a caballo o incursionar en el mundo submarino tomando unas breves clases de buceo.

Tanto escuchará a los mancoreños hablar de las bondades de la poza de barro que despertará su curiosidad por conocer ese lugar en Quebrada Fernández al que se puede llegar en media hora viajando en mototaxi. Es cierto que el recorrido es difícil, pero solo imagine su sorpresa al descubrir la burbujeante piscina natural que lo espera con sus tibias y relajantes aguas.

A los viajeros más inquietos los seducirá la idea de explorar las playas cercanas. Una buena idea es pasear por Cabo Blanco, que inspiró a Ernest Hemingway a escribir "El viejo y el mar"; pasar el día en Punta Sal o llegar hasta Puerto Pizarro y visitar los manglares de Tumbes.

Si ha llegado hasta aquí con su auto, solo tiene que tomar un mapa y arrancar, pero no se preocupe si no lo llevó. El medio de transporte más utilizado por los turistas es el mototaxi, que lo puede llevar al lugar que usted elija. Exquisiteces marinas

Hablar de Máncora y no mencionar su contundente oferta gastronómica es una falta imperdonable. Como no podía ser de otra manera, pescados y mariscos son el punto fuerte de la gastronomía local. Los buenos precios lo animarán a aventurarse a probar una langosta con salsa de mariscos, ostiones al ajo o langostinos preparados de mil maneras. No lo defraudarán.

Al cabo de unos días de vivir en esta playa maravillosa, no serán pocos los que soñarán con la idea de volver o quedarse para siempre. Eso le ocurrió a muchos de los limeños y extranjeros que hoy forman parte de la población mancoreña. Le fascinará escuchar sus historias acerca de cómo se enamoraron de este balneario y lo convirtieron en su hogar, en su paraíso personal.

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